#20 Encontrar el amor. Enamorarse.

Apretar a abuelos, tíos, primos y amigos. Abrazos, besos y más abrazos... (somos muy físicos).

Reconocer los sonidos y olores del hogar. Correr para oler y oír el Atlántico por la mañana. Pescar almejas en la Costa da Caparica.

Café Espresso. Pan de verdad. Melón de piel verde.

Conversaciones sin pantallas de por medio. El olor del pescado a la parrilla. La playa de Avencas. Queso fresco. Cena en Eduardo. Parque de los patos. Comprar flores en el mercado de Cascais. Bacalao de cualquier forma. Plantar el huerto y recoger las hojas viejas de todo el jardín.

Ir a Viplant a buscar una fruta de la pasión. Caracoles. Bandida do Pomar junto a la piscina. Ericeira.

Encuentros sin prisas de todo tipo.

Paseo por Valencia. Desayuno con zumo de naranjas del campo, Arroz a la banda, Pepitos, y tapas de todo tipo.

Regalos de cerámica con sello de árbol. Noches cálidas sin necesitar chaquetas. Mediterráneo cálido sin olas y con peces de todos los colores.

Baño al atardecer en Punta Negra y Segundo Montañar. Usar ropa que escuece por el mar salado.

No me siento emigrante, pero sí un poco como tal.

Hemos estado compensando nuestra morriña con una pizarra pegada a la nevera que muestra a Matías cuántos días faltan para que lleguemos a casa. Todos los días pregunta si vamos a ir hoy.

Tiene 4 años y una idea clara de la casa que dejamos al otro lado del mundo. Cuando sus abuelos van allí y hacen videollamadas, el niño está eufórico y dice que "ahííííííí" ¡es donde quiere ir!

Hemos llegado al final del curso escolar y al principio del verano al mismo tiempo.

Como dijo Sérgio Godinho: "Este es el primer día del resto de tu vida...". Y más o menos con este ánimo llegó el verano.

Sentimiento del deber cumplido para con los hermanos, rutinas totalmente desorganizadas y mil planes para disfrutar de las semanas antes de volver a Portugal.

Desde los famosos "Junior Lifeguards" en los que las hermanas se esforzaron tanto para conseguir sus tiempos de natación, pasando por los retos de los libros de verano, las citas con el médico, la inversión de María de todo el dinero que ganó haciendo de canguro en un curso de Álgebra online (para poder entrar el año que viene en el nivel más avanzado de matemáticas ¡guay! ), mis clases en el curso intensivo de verano de la Universidad, tan agotador como gratificante, un niño ninja suelto al que entretener sin recurrir a los abuelos, y un sinfín de planes que vamos apuntando en varias libretas.

California es realmente un lugar increíble, pero en verano lo es aún más de lo habitual. Y vivimos estas semanas en un frenesí de "aprovéchalo al máximo".

Así que, sin mucha preparación, tuvimos una noche de chicas en Huntington Beach, y juro que no hablamos de nada que tuviera que ver con la biomecánica. Mi cóctel era Peach Paradise y volví a casa con la sensación de normalidad que proporcionan estos programas. Porque, modestia aparte, tengo muy buena puntería para los amigos, y echo tanto de menos a mis amigas, que este programa con chicas queridas me ayudó un poco. No exactamente para aliviar mi morriña... sino para calmar mi corazón conociendo amigas de este lado.

Las alianzas entre mujeres son vitales en la vida de una persona.

Luego, con los amigos portugues-bulgara Luis y Gerry, alineamos los horarios y nos fuimos a Balboa Beach el día que toda California se acordó de ir también.

Fue duro llegar hasta allí, pero aún más duro salir de aquel paraíso. Y mereció la pena la odisea de llegar hasta allí. Mi lista de mejores playas está ahora hecha un lío...

Como mis hijos han sido auténticos embajadores, la red de contactos que tenemos ahora es más amplia que nunca. Y la generosidad de los lugareños al integrarnos en hermosos programas sigue sorprendiéndonos.

Uno de los amigos de María tiene una familia enamorada de la cultura y la comida portuguesas, y en uno de los días más calurosos desde que llegamos aquí nos invitaron a ir a otra comunidad portuguesa de la zona a una fiesta anual de la sopa. Cuando llegamos olía maravillosamente a feijoada, y a pesar del calor todos empezamos a salivar.

Carne y alúbias, poncha, pan, ¡y tenía tanta sed que me bebí tres vasos de cerveza seguidos! Pero no había agua, y hay que saber adaptarse a la adversidad. Fue la mejor (¡y única!) cerveza y feijoada con 30 grados de más que hemos tomado nunca. Y luego hubo baile, sorteos y bifanas con chorizo. Una locura total.

Una de nuestras vecinas nos proporcionó unas entradas para el lugar más feliz del mundo, y los tíos Pepi y Lucía concentraron todos los regalos de cumpleaños de sus sobrinos en un solo día y se los llevaron a Disney a los 5. Las reacciones de los niños no tuvieron precio, y ya nos han hecho saber que puede ser el mismo regalo todos los años. Estoy totalmente de acuerdo.

De 7.30 a 23.30 de intensa magia, y al día siguiente todo el cuerpo dolorido ¡también fue mágico!

Unos días de descanso y a la semana siguiente las chicas empezaron por fin el programa de Socorristas Junior, que es una mezcla de Baywhatch y entrenamiento militar. Vuelven a casa todos los días con historias que contar, un vocabulario marino que no conocíamos y mucho superado.

Saltos desde el muelle, caídas desde el barco, baños y surf de todo tipo, nuevos amigos, mucha crema solar, sal, arena y heridas de "guerra", aletas, rayas de hilo, primeros auxilios en la punta de la lengua y también biología marina. Todos los días hay historias de lo aterrador que es, pero siempre acaban diciendo, ¡claro que es superguay, claro que nos encanta, claro que queremos volver mañana! Y vuelven a casa agotadas y pidiendo una siesta.

Mientras tanto, Kingston cumplió 5 años, y por sorpresa llevó a Matías a un programa sólo para chicos, para disfrutar de la magia de Cars, y otras cosas por el estilo... Cuando se dieron cuenta de dónde estaban, fue emocionante. Qué privilegio.... Gracias Elaine y Janet. Otro día para siempre.

Las madres de los niños estaban llenas de envidia y pena por la ausencia de los chicos durante todo el día, y se preparaban para la gran fiesta del día siguiente.

Cuando volvieron, lloramos de risa con la descripción de las poses en las fotos, y con la atención que los fotógrafos profesionales prestaron a nuestros chicos. Parecían una familia feliz de dos padres, con dos hijos, uno con aire asiático, el otro con aire californiano, pasando el día en Disney. Eso es mucho más lógico que explicar que eran dos familias distintas, cada una con sus hijos, y cuyas esposas habían renunciado a divertirse juntas para que los chicos, que se adoran, pudieran tener un momento libre de chicas.

Cansado pero muy preparado para otra barbacoa y fiesta en la piscina, nuestro querido Kingston celebró su quinto cumpleaños rodeado de golosinas y a nosotros nos encantó celebrarlo con él.

La víspera del 4 de julio, fuimos a la base militar de la zona para ver los fuegos artificiales. Efectivamente, fueron los mejores que hemos visto... fuera de Valencia. Un ambiente muy animado, vehículos impresionantes, sobre todo para los locos del motor de la casa, y una velada muy bien aprovechada.

Y el mismo 4 de julio, nos incluyeron en las celebraciones familiares en casa de Pamela, una deliciosa barbacoa y otros aperitivos, la mejor tertulia y un arsenal preparado para hacernos una idea de las tradiciones de lanzar fuegos artificiales en el patio trasero...

Parece que los fuegos son una analogía de la batalla que les dio la libertad. Entre el estruendo y la luz, creo que la analogía fue muy acertada, y volvimos a casa sintiéndonos afortunados por haber sido adoptados para estas celebraciones en las casas de personas que hace un año no conocíamos y ahora llamamos amigos.

Sin bajar el ritmo el fin de semana tuvimos otra invitación a la fiesta de Swifty Zoe, y como los niños se llevan bien y los padres aún mejor, nos fuimos a una fiesta en la piscina con un ambiente super chulo, purpurina, música y piñatas incluidas. Nos encantó la invitación y los niños se durmieron en la primera esquina.

Y al final de nuestra estancia y a pesar de toda la logística para ir y volver de este lugar con los 3 nuevos colegios para los 3 ninjas, todos los plazos que se dan al final de un curso académico, la perspectiva de planes en las 3 semanas de descanso, la gestión de equipaje y más equipaje que preparar, la adaptación de nuestra Mel a la casa de los abuelos de Amina donde tiene el privilegio de quedarse durante nuestro verano, despedirnos de nuestra querida perrita, etc, conseguimos equilibrarlo con programas con los antiguos desconocidos que ahora son nuestra increíble red de contactos a este lado.

Fue un final de este primer año muy intenso pero muy bueno.

Para completar las aventuras de la Familia, este fin de semana después de un viaje a la playa, una primera en el spa de uñas (gracias a Elaine que mima a mis hijos con mimos que les encantan), volvimos a casa y estábamos tranquilamente en el jacuzzi cuando María llegó angustiada para decir que su hermana se había quedado atascada en el ascensor.

Creo que se subestima el efecto de la adrenalina... Después de este año, me temo que si por casualidad bajamos el ritmo, tendremos una resaca de adrenalina. Por supuesto, aún no habíamos tenido la experiencia de llamar al 911, pero después de todos los intentos fallidos de sacar a nuestra princesa por el hueco del ascensor, ¡les llamamos y llegaron en un instante!

Cuando Matías vio venir el aparato, ¡sus pupilas incluso se dilataron! "¡Mamiiii, mega camión de bomberos! ¡Uno de verdad! Enormeeeeee!!!" ¡todo contento!

Los bomberos súper rápidos y simpáticos, más el vecino que no dejó a Cuca sola hasta que llegáramos, más los hermanos mojados pero firmes, más nosotros intentando que Cuca no se desesperara, pero los minutos parecían eternos hasta que llegaron los señores y después de 2 o 3 intentos por fin consiguieron devolvernos a nuestra hija mediana, que era la más tímida y la única que ahora puede decir que fue salvada por un grupo de bomberos muy guapos que la trataron como a una verdadera doncella. ¡El pico de adrenalina por la tarde nos hizo dormir profundamente a todos! ¡Bendita adrenalina!

Gracias una vez más a todas las personas que hemos conocido. Y a las situaciones que hemos vivido. Las maravillosas, las difíciles, las agrias, las dulces, las duras y las que superamos.

Durante los últimos preparativos, nos despedimos de nuestra Mel, cenamos con los amigos que tanto nos habían dado, distrajimos a los niños que no querían separarse de nuestra perrita y cerramos nuestro equipaje, mientras no tardábamos en recibir informes de los «abuelos» que la cuidaban.

Nuestros "amigos-familia" ampliada se puso a nuestra disposición para acompañarnos a LAX, trayendo a su bestie favorito, golosinas para nuestro ninja y deliciosas provisiones para llevar por el mundo. Los amigos son realmente la familia que elegimos. Qué buena punteria sigo teniendo para elegir amigos...

Contamos los minutos para volver a nuestro nido original.

Pero cuando nos alejamos de este modo, adquirimos una perspectiva que me parece que proporciona encuentros de amor. Y el amor con el que cada uno de nosotros ha sido recibido en Seal Beach y sus alrededores y en todos los frentes es inmenso y abrumador. Qué privilegio...

Esta distancia también nos permite enamorarnos de lo que dejamos atrás y que ahora echamos tanto de menos. Qué privilegio...

Vi esta frase en algún sitio sobre los que se mueven por el mundo y realmente es verdad.

Cuando viajas encuentras amor... y te enamoras de lo que dejaste atrás.

El mundo es tan grande y tan bonito...

Hasta pronto Parede.

Hasta pronto Seal Beach.